Que el tiempo no se agote.

A veces, la realidad nos sorprende. Los relojes de arena pasan a toda velocidad, el calendario corre a nuevos rumbos, el tiempo parece jugarnos una mala pasada.

A veces, el amor logra traspasar barreras, dejamos atrás la negación y nos abrimos a nuevas ideas.

A veces recordamos el pasado y reímos con sus historias, miramos fotografías de momentos inolvidables, pero sabemos que no volverán.

Corremos, vamos a mil, tratando que las espinas no nos toquen, y que el miedo no nos derrumbe. Caminamos por las nubes, e invitamos a quienes quieren seguirnos, dejando atrás a quienes no.
A veces, detenemos los relojes, los paramos por un momento. Disfrutamos, bailamos los sonidos del alma. Sonreímos con el corazón y nos sentamos a fumar un cigarrillo, con -buena- compañía y música.

A veces, ultimamente, nos damos cuenta de nuestro presente. Cambiamos constantemente. Por momentos morimos de miedo, para luego querer salir corriendo.

Pero hoy, seguimos. Que el tiempo no se agote, que no se termine.

Esta vez, susurramos, caminamos agachados y prendidos de una mano amiga y bajamos la velocidad de aquella primavera fugaz que alguna vez fue nuestro alivio.