miércoles, 9 de diciembre de 2009

Mi suma.


(...)Tengo en mi placard un domingo de risas, y un lunes agitado. Un arcoiris mientras llueve, y el color carmesí en las mejillas. Tengo un cuento que aún se está escribiendo, y un torbellino de ideas todavía inconclusas. Un martes de sol ardiente, y una plaza de otoño.
En mi memoria guardo un lago rodeado de montañas, las rutas del sur, y un sonido de abrazos que a veces hasta me aturde. Para cuando lo necesite, busqué un miércoles de descanso, y una caja de amores pasados. Muebles pintados de mil colores, y un vino tinto para las noches de frío. Tengo un video de sonidos del alma, un baúl pesado, pero cargado con miles de frascos de colores.
En un rincón de mi habitación, escondí un jueves ansioso, y chocolates que curan heridas del corazón. Tres notas musicales, y varios tambores de fondo. Y hasta tengo un viernes de sueños, y diez oleadas de aire fresco en la cara. El mate de las tardes bajo mi árbol favorito, y una pintura sobre el pasto. El recuerdo de un sol que encandila, y la sensación de paz en el alma. Un sábado de verano, y un trago largo de vodka.
Tengo fotografías del mar, y el sonido del vidrio. La planta mas bonita de todas en mi ventana, y un ambiente claro. Escaleras desordenadas, puertas que no llevan a ningún lado, un cenicero lleno, y miles de vuelos nuevos. Un barrilete de papel de diario, un cuaderno para escribir, hojas desordenadas, papeles escritos por doquier, pinceles gastados por tanto uso, bastidores que llenan los rincones de mi departamento, un viaje con mochilas por venir, baquetas nuevas, para un nuevo sueño, varias promesas por cumplir, y cada día de la semana que son míos.

martes, 1 de diciembre de 2009

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(...)Y en ese momento, el sintió una revolución en su ser, un cosquilleo que pasaba por todo su cuerpo y lo recorría hasta la punta de los dedos de los pies. Y que luego, suavemente, se deslizaba por los pliegues de la sábana que los cubría.
El, por momentos se preguntaba cuando fue que habían cambiado el rumbo de las cosas que en realidad deberían pasar. Un rumbo que el había planeado detallada y estratégicamente, y que sin pensarlo se había comenzado a desmoronar. Ya que el, había comenzado a fundirse en el alma de aquella maga solitaria que estaba a su lado. Ella, que ahora acariciaba suavemente su cabello y se enredaba con gracia entre sus piernas. En ese momento no pensaba nada, sus ojos permanecían cerrados, serenos, pero no dormía. El la observaba con calma, repasaba los detalles de su rostro, disfrutaba verla en esos momentos, ella bajaba ese escudo que corrompe, que lleva a todo el mundo por delante, sabía que el podía protegerla, , sin darse cuenta comenzaba a dejar dulces huellas sobre su espalda.
En aquel escenario donde la música de blues se oía a lo lejos, la luz tenue se mezclaba con el aire que aún estaba cargado de un humo que los volvía transparentes y de cristal. Las cenizas inundaban el único cenicero de la habitación, y un aroma mágico yacía en el sabor de sus labios. Los tambores de sus cuerpos latían al compás de los sonidos, y los primeros rayos de la mañana comenzaban a verse a través de las cortinas.

-¡Hasta sin besos nos hemos quedado!
(Risas)