domingo, 13 de julio de 2008

El tiempo, otra vez.

Un día el se decidió.
Decidió partir a nuevos rumbos, deseaba conocer la vida sin rutinas, lugares poco visitados y un poco mas de la naturaleza. Pero esta vez ella no podía acompañarlo, ya tenia la compañía de su alma para este viaje.
Y en una noche de invierno, frente a miles de estrellas y con la luna espiándolos se despidieron. El se marcho, y ella lo vio perderse en el horizonte.
Y mientras los días y las semanas comenzaban a pasar, su corazón se marchitaba - al igual que las rosas que compraban para el florero de la cocina-. Las estrellas comenzaban a perder su brillo, y la luna perdió el interés por aquella mujer que alguna vez disfrutaba de sus rulos alborotados y paso ligero, y por aquel hombre de una gran sonrisa y mirada sincera.
El tiempo, maldito tiempo -se oía maldecir-
Y mientras el conocía la libertad, ella ansiaba su regreso junto a la ventana de su habitación.
Cada noche de luna llena lo esperaba con un vino y esperanzas de que regrese.
Los años pasaron, y el tiempo transcurría sin velocidad. Una vida monótona para ella. Ya nada se sabia de el.

Hoy la encontré caminando por una plaza. Llevaba -otra vez- su pelo recogido, y sus rulos caían en forma desordenada sobre su cara., su mirada tenia un brillo especial.
-Hoy es el día.
Me dijo.

Y así fue. La noche se preparo para ellos. Las estrellas comenzaron a brillar con mayor intensidad que desde hace mucho tiempo, y con la luna de testigo sucedió.
Tocaron la puerta. Pero esta vez fue el quien llevo el vino -y una nueva rosa para el florero despintado de la cocina-.

sábado, 5 de julio de 2008

Así se marcho.

-¿Sabes que me gustaría? Me gustaría saber cuando fué la última vez que fuimos felices, hace tanto que ni siquiera lo recuerdo.
(Ojos empapados)
(...)
-Yo lo recuerdo si. Un lunes por la mañana. Yo estaba saliendo del departamento, me iba a trabajar, y justo en el momento que abrí la puerta, corriste hacia ella. Estabas despeinada, recién te levantabas, llevabas una remera(de tus favoritas) manchada con pintura. Te apresuraste a saludarme. Me diste un beso, y los dos sonreímos. Nos vemos luego, dijiste. Que tengas un lindo día, respondí abriendo la puerta. Y me fui, sonriendo mientras bajaba por las escaleras, pensando en la suerte que tenia de comenzar así mi día.
(Silencio)
Comienza -el- a abrir la puerta para marcharse.
-Café.
-¿Que?
-Café, tenias aroma a café. Yo estaba despierta, me desperté cuando te levantaste de mi lado, pero sabia que podía dormir un rato mas, los lunes entro tarde. Vos desayunaste silenciosamente para no despertarme. Te cambiaste mas sigilosamente y fuiste camino a la puerta. Y de pronto sentí desesperadas ganas de darte un beso antes de que te vayas, por eso corrí hacia la puerta y lo hice.
(Miradas, silencios y llantos -en silencio- del alma)
Nadie deja el orgullo de lado, nadie sede. Minutos eternos.Ruido de puertas.

Y se marchó.