O talvez montañas, subamos ese precipicio por el que caímos en aquella sala donde las palabras dolían, y las lagrimas brotaban sin compasión, pero esta vez dame la mano ¿no notas que de verdad la necesito, talvez mas o igual que aquella vez? Dejemos el orgullo de lado, y pongamos nuestras almas y nuestros corazones sobre la mesa ratona de nuestro departamento y que ellos, mientras fuman un cigarrillo y se toman una copa de vino (tan como lo hacíamos los miércoles), decidan que hacer con nuestro amor, con nuestro futuro, decidan que hacer de nosotros. ¿Nos perdemos por errores que no supimos perdonar tan solo por la cantidad de Todo que nos une? ¿Nos vamos con la cabeza alta simulando que no nos importamos mutuamente pero llorando silenciosamente, mientras nuestros mundos se derrumban?
Mañana te espero con las valijas en la estación de siempre, 8:30 partimos.
¿Venís?.
Vos decidís, yo solo te espero.
