viernes, 24 de abril de 2009

Había una vez...

Había una vez, un lugar repleto de emociones, de emociones de todo tipo. En el aire se sentían diferentes energías, que al pasar por el humo de cigarrillo que ella llevaba en la mano se convertía en una, en la más poderosa. Había miradas muy fuertes, miradas que transmitían. Había besos escondidos, y secretos nunca contados. Y había amores. Amores reprimidos, amores descontrolados, amores de vida, de tiempos, y de todas las épocas. Amores cansados, agobiados, amores recientes, demostrativos, amores llenos de besos, amores infantiles, amores de deseos, de algunas noches, de varias copas, y amores puros, por supuesto, no muchos, pero los suficientes para llenar de ganas el aire. El aire donde la música sonaba a un compás sereno, tan sereno que hacia mover los pies de manera tan delicada como los anillos que ella llevaba esa noche, en realidad todas las noches, ya que no se animaba a sacárselos, los creía mas bien como amuletos, de buena suerte tal vez. Como la cadena que caía por el cuello de él, a la cual, él secretamente confiaba sus dichas, y desdichas. Las luces bajaron, las horas pasaron. Los pies comenzaron a alborotarse, los cuerpos se chocaban sin control. El aire era festivo, ELLOS se habían olvidado de sus últimos domingos de melancolía. Los ceniceros rebozaban y las copas no daban abasto. La luna permanecía brillante en el cielo, iluminando el sendero de dirigía a aquel lugar. Las ventanas rebozaban de amor, este corría por debajo de las puertas, intentaba escaparse, pero entre el humo, y las risas, cambiaba su idea, se dejaba llevar por las nuevas horas que corrían. Y decidió entrar en cada una de las personas que estaban aquella noche. Entro en lo más profundo de él, corrió por sus venas como nunca antes, quebranto sus pensamientos, y se llevo por unos momentos los malos recuerdos. Y se choco con ella, que ansiaba algo nuevo en su rutina. Ella, que quería que nuevos vientos la despeinen, que el sol ilumine su rostro. Ansiaba profundamente que este se llevara -por siempre- antiguos recuerdos. Revivir, y que su corazón también lo haga. O comenzar a vivir, hacer borrón y cuenta nueva. Por eso, esa noche, había decidido algo. Decidió comenzar de nuevo, nada de lo que había pasado le pertenecía ya. Alejó promesas, y todos aquellos que pasaron por su vida. Alejó recuerdos, logro deshacerse de todos. Mientras reía, y bailaba de manera descontrolada, saltando, sonriendo, y cantando sin ritmo. Él la vio. Miradas, complicidad, sonrisas. Un buen comienzo. Ella estaba decidida a encontrar un nuevo amor. Pero de esos que valen la pena, ya se había cansado de refugiarse en frases sin sentido, en gente que en realidad no le pertenecía, de amores prestados, y sueños alquilados. De lagrimas desperdiciadas, y de la falta de cariño en los días de lluvia. Esa noche, fue ella. Bailo como se le dio la gana, y mostró su poca habilidad para coordinar con la melodía. Cantó a los gritos, dejando al descubierto su falta de entonación. Hablo con quien se le dio la gana, y no se dejo convencer por habladurías apuradas, y sin ganas. Apago el celular, se desconectó de su pasado. Se libero, y rió nuevamente. Descanso, y miro al cielo estrellado, confiando en las estrellas. Y nuevamente, se cruzaron.
-¡Cuanto tardaste! Te estaba esperando, anda, córrete un poco que me quiero sentar a tu lado.

5 comentarios:

Andrés Gorzycki dijo...

GENIA!

Anónimo dijo...

Sos de lo mejor- Me encantaría estar con vos en este momento amiga, te extraño

Anónimo dijo...

Lu

Vane dijo...

cada letra y palabra es tan emocionante que conjuegas y te involucras en los sentimientos de cada lector...
hay algo para ti en mi blog, por si te animas!!
un abrazo grande!
nos leemos... :)

fuckyngstyle dijo...

**
Las lágrimas no se desperdician, se dedican.